Un Sueño de Siglos: El Canal de Panama

Desde la época precolombina la privilegiada posición geográfica el Istmo de Panamá, el punto más angosto en el continente americano, marcó su función histórica como sitio de tránsito y de intercambio de los diversos grupos aborígenes, algunos de los cuales dejaron sus huellas en nuestro territorio a través de la lítica, la cerámica y la orfebrería, principalmente.

Durante su cuarto y último viaje (1502-1503) a lo que muy pronto se denominó Nuevo Mundo o Indias Occidentales, Cristóbal Colón buscó ansiosa e inútilmente “un estrecho de mar” que lo condujera al Oriente. Su propósito era obtener las anheladas especias, seda, porcelana, tapices, perfumes y otros artículos, además del oro, que desde hacía mucho tiempo provocaron importantes cambios en la dieta, las costumbres y la mentalidad de los europeos. Descubrió el litoral caribe centroamericano desde Honduras hasta el Istmo de Panamá y completó de esta forma el recorrido que Rodrigo de Bastidas efectuó poco antes en nuestro territorio.

El “hallazgo” del “Mar del Sur” por Vasco Núñez de Balboa, en septiembre de 1513, demostró que otras tierras, virtualmente desconocidas hasta entonces, se interponían entre Europa y Asia. A partir de este trascendental acontecimiento, España, Portugal y otros países del Viejo Mundo redoblaron sus esfuerzos para encontrar el “estrecho” o paso acuático que, a través del nuevo continente, desembocara en el “Mar del sur” para navegarlo y alcanzar los codiciados productos orientales.

Pedro Arias de Avila o Pedrarias, gobernador de Castilla de Oro, entre 1514 a 1526, buscó afanosamente el “estrecho dudoso” y para ello impulsó expediciones de descubrimiento y conquista en Centroamérica, al tiempo que inició la construcción del “Camino Real”, entre Nombre de Dios y la ciudad de Panamá, a fin de transportar las especias y otros artículos asiáticos por el Istmo de Panamá. Gonzalo Fernández de Oviedo, el célebre Cronista de Indias, que llegó por primera vez a Santa María la Antigua del Darién en 1514, con la expedición de Pedrarias, desde un principio resaltó el papel del Istmo de Panamá como enlace entre los dos mares. Señaló que en la costa de la Tierra Firme no se sabía de la existencia del “estrecho de mar, sino estrecho de tierra y no de agua; y este es el paso o traviesa que hay de Nombre de Dios a Panamá o desde (....) Acla al golfo de San Miguel, por donde el adelantado Vasco Núñez de Balboa descubrió el Mar del Sur”. Dijo, además, que se sabía que desde las cumbres de Esquejua y Urraca “que están entre una y otra mar” se podía ver ambos océanos.

En 1526, el gobernador Pedro de los Ríos, recibió instrucciones de la Corona española para que, mientras se encontrara el tan buscado “estrecho” o paso acuático entre el Atlántico y el Pacífico, construyera dos casas. “Una en la ciudad de Panamá en la costa del sur, y otra en la costa del norte en la parte más a propósito (...) y cercana a ella para que las armadas que (...) enviamos y enviaremos a las dichas islas del Maluco y otras partes de la especiería viniesen a descargar en la dicha ciudad de Panamá”.

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Fuente:
http://biblioteca.apede.org/

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